Se perdió nuestra cena de aniversario, pero lo que descubrí lo cambió todo

Los aniversarios suelen considerarse hitos mágicos: momentos para honrar el amor, recuerdos compartidos y promesas cumplidas.
Había estado esperando con ansias nuestro quinto aniversario de bodas, imaginando una cena a la luz de las velas llena de risas y calidez. Elegí mi mejor atuendo, reservé una mesa en nuestro lugar favorito y me senté junto a la puerta a esperar a que llegara mi esposo.

Pero a medida que la noche avanzaba, en lugar de su abrazo, recibí un breve mensaje que me destrozó: “Ocupada, no puedo ir”. Mi alegría dio paso rápidamente a la decepción, luego a la inquietud. Algo en su ausencia me carcomía, y no podía calmar la opresión en el pecho.

A la mañana siguiente, todavía inquieta, decidí seguirlo discretamente. Mi pulso se aceleró al verlo entrar en un restaurante tranquilo y casi vacío. A través del cristal, me preparé para la angustia, casi esperando ver a otra mujer a su lado.

 

 

 

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