Si alguna vez has compartido armario con tu pareja, quizá hayas notado algo curioso: en las camisas de mujer, los botones están a la izquierda, mientras que en las de hombre, a la derecha. Es una diferencia tan sutil que la mayoría de la gente ni se fija en ella, pero este pequeño detalle encierra siglos de historia, tradición y significado social.
Orígenes prácticos
En los siglos XVIII y XIX, el diseño de la ropa estaba estrechamente ligado a la clase social. Las mujeres adineradas rara vez se vestían solas y contaban con la ayuda de criadas o asistentes. Dado que la mayoría de las criadas eran diestras, les resultaba más conveniente que los botones estuvieran colocados en el lado izquierdo de la prenda. De esta manera, podían abotonarse con mayor facilidad mirando a su ama.
Así pues, el diseño no se creaba realmente para la mujer que vestía la prenda, sino para quien la vestía. Lo que comenzó como una elección práctica acabó convirtiéndose en una tradición duradera.
Símbolo de estatus y feminidad
Contar con ayuda para vestirse era en su momento un claro signo de riqueza y privilegio. Solo las mujeres de clase alta podían permitirse tal lujo. Por lo tanto, los botones en el lado izquierdo se convirtieron discretamente en un símbolo de estatus.
Durante la época victoriana, esta elección de diseño también reflejaba las ideas culturales sobre la feminidad, y las mujeres eran vistas como gráciles, refinadas y dependientes. Los botones a la izquierda reforzaban esta imagen, diferenciando su estilo de la ropa masculina más “práctica”.
El lado masculino: La funcionalidad por encima de la moda
En el caso de los hombres, la colocación de los botones tenía orígenes muy distintos. La mayoría eran diestros y, en tiempos de guerra o caza, llevaban las armas en el lado izquierdo. Tener los botones a la derecha facilitaba abrir un abrigo o chaqueta con la mano derecha y desenfundar un arma rápidamente.
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