– “Meena…” “¿Qué te pasó?”
Se dio la vuelta con la voz entrecortada.
– “Tenía muy mal carácter.” Gritó y me golpeó… “Nunca se lo conté a nadie…”
Me senté a su lado con lágrimas en los ojos. Me dolía el corazón por ella. Durante décadas, había vivido en silencio, aterrorizada y avergonzada, sin decir una palabra a nadie. Tomé su mano y la puse suavemente sobre mi corazón.
– “Ya está bien.” Nadie te hará daño de ahora en adelante. “Nadie tiene derecho a hacerte sufrir… excepto yo, pero solo porque te amo demasiado.”
Los mejores regalos para tus seres queridos
Estalló en sollozos silenciosos y temblorosos que resonaron por la habitación.
Solo con fines ilustrativos.
La abracé fuerte. Su columna vertebral era frágil y sus huesos sobresalían ligeramente; esta pequeña mujer había vivido una vida de silencio y agonía.
Nuestra noche de bodas fue diferente a la de las parejas jóvenes. Simplemente nos quedamos tumbados uno junto al otro, escuchando el canto de los grillos en el patio y el susurro del viento entre los árboles. Le acaricié el pelo y la besé en la frente. Ella me acarició la mejilla y susurró:
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