Como cada domingo, fui a hacer la compra semanal y compré todo lo necesario, como siempre.
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Nada hacía presagiar que este día sería diferente a los demás.
Pero al segundo día, al volver del trabajo, quise preparar la cena para la familia y poner la mesa. Fue entonces cuando ocurrió un suceso inesperado.
Abrí el refrigerador y encontré los tomates del día anterior en un estado que nunca antes había visto.
Estas pequeñas y extrañas marcas en la piel me llamaron la atención de inmediato. Incluso me asusté, pensando que algo andaba mal. ¿Era señal de descomposición o moho?
Cuando descubrí qué era, me quedé en shock.
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