Actúe antes de que sea demasiado tarde.
El tratamiento médico suele incluir un control estricto del azúcar en sangre, junto con el cuidado adecuado de los pies. Esto incluye hidratarlos a diario, revisarlos para detectar cambios y usar calzado protector.
Una dieta saludable y el ejercicio regular también son esenciales. Estabilizan el azúcar en sangre, mejoran la circulación y mantienen los pies más sanos.
Para las personas con diabetes, la vigilancia es crucial. Incluso una pequeña ampolla, enrojecimiento o dolor inexplicable debe considerarse una señal de alerta. La prevención es la mejor defensa contra las amputaciones y otras consecuencias graves.
Muchas personas desconocen que estos signos suelen aparecer mucho antes de que se desarrollen complicaciones avanzadas. No esperes a que el dolor te alerte: escuchar a tu cuerpo es tu primera línea de defensa.
Tus pies pueden revelarte señales vitales. Obsérvalos con atención y nunca subestimes lo que te dicen.
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