Cada vez que mi esposo salía de viaje de negocios, mi suegro me llamaba a su habitación para charlar un rato… Pero cuando supe la verdad, mi mundo se vino abajo.
Hacer clic.

La puerta se abrió con un crujido, revelando una pequeña caja de madera escondida en el interior.
Dudé, luego lo levanté, lo puse sobre la alfombra y abrí la tapa.
Dentro había cartas. Docenas de ellas. Viejas, amarillentas, unidas con una cinta azul pálido.
Y debajo de ellos, una foto en blanco y negro.
Me quedé sin aliento.