
Cuando recién se casó, Marisol creía que era la mujer más feliz del mundo.
Su esposo, Diego, era un hombre tranquilo, trabajador, responsable.
Salía temprano a la oficina y regresaba siempre a casa, callado, amable, sin alzar la voz.
Pero apenas pasaron unas semanas cuando Marisol comenzó a notar algo extraño.
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬