Casada durante tres años, cada noche su esposo dormía en el cuarto de su madre… Una noche ella lo siguió y descubrió una verdad impactante
Desde aquel día, cada noche,
Marisol preparaba agua tibia y pomada para cuidar a doña Teresa.
La salud de la mujer mejoró poco a poco,
su sonrisa volvió a iluminar la casa,
y Diego, liberado del peso de la culpa,
se convirtió en un esposo aún más cariñoso.
Todas las dudas se disiparon,
dejando solo gratitud, ternura y comprensión.
Marisol pensó entonces:
“Si aquella noche no lo hubiera seguido,
quizás habría pasado mi vida entera sin saber
cuán grande era, en verdad, el corazón del hombre con quien me casé.”
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