
Cinco años después de su muerte, una boda reveló una verdad impactante
En la cuna, encontré una nota:
“Quiero el divorcio. Lo siento, pero nuestro matrimonio fue un error. Dejé a Alma con la Sra. Martínez en el quinto piso. Quédate con ella”.
La llamé cien veces al celular. No contestó. Fui a la mansión de sus padres, desesperada, con los ojos como platos.
El guardia de seguridad no me dejó entrar.
“No es bienvenido aquí, señor”, dijo, casi con compasión.
“Por favor, solo necesito hablar con Lucía”, le supliqué.
“Señor, tiene que irse”.
Dos días después, recibí los papeles del divorcio. Lucía había renunciado a la patria potestad sobre Alma. Los abogados de su padre se encargaron de todo con una eficiencia brutal.
Entonces llegó el golpe final.
Seis meses después de que se fuera, llamé a casa de sus padres por última vez.
“Está muerta”, me dijo su madre con voz monótona. “Lucía tuvo un accidente de coche. No vuelvas a llamar. No significabas nada para ella”.
Colgó.
Me desplomé en el suelo de la cocina, llorando hasta que Alma despertó, llorando también.
Ni siquiera me dejaron ver su tumba. La borraron de mi vida como si nunca hubiera existido.
Me dediqué por completo a trabajar y a criar a Alma. Terminé mis estudios y empecé a diseñar casas en lugar de solo construirlas. La gente notó mi talento.
En tres años, tenía mi propia empresa. Alma creció como una niña brillante y feliz, igual que su madre.
Cinco años
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬