Cuando escuché la noticia, no sabía si sentir alivio o ira. ¿Cómo podía alguien ser tan cruel, solo por dinero deshonesto?
Lo que realmente importa
Desde ese día, nunca he dado por sentado mi seguridad ni a mi familia. Solía pensar que el peligro venía de desconocidos. Ahora lo sé: a veces se esconde tras rostros conocidos.
Incluso ahora, cuando recuerdo ese momento —el médico gritando “¡Llamen al 911!”—, todavía se me encoge el pecho. Pero ese grito también le salvó la vida a David.
A veces, mientras recorre las tenues cicatrices de su espalda, David dice en voz baja: “Quizás esto fue un recordatorio del cielo, para mostrarnos lo que realmente importa”.
Y tiene razón.
El amor verdadero no se demuestra en la vida fácil. Se demuestra en la tormenta, cuando se toman de la mano y nunca se sueltan.