Cuando fallezca un miembro de la familia, NO CONSERVE estos 4 artículos
Un mechón de cabello, un diente de leche o algo que aún conserva su aroma: estas pequeñas reliquias suelen provenir de un amor profundo. Pero estos fragmentos físicos nos atan al cuerpo, no al alma. Y la verdadera sanación proviene de reconectar con el espíritu, no con los restos.
Estos objetos pueden mantener un vínculo emocional que resulta reconfortante pero a la vez asfixiante, dificultando la verdadera sanación.
Qué ayuda: si la despedida parece imposible, realiza un ritual de despedida en silencio. Enciende una vela, da las gracias y déjala ir con amor. No es olvidar, es liberar.
¿Qué vale la pena conservar?
No todos los recuerdos traen dolor. Algunos encierran luz pura:
Una foto de su sonrisa más radiante.
Una carta escrita a mano llena de cariño.
Una joya, un libro o algo que transmita su alegría.
Estos recuerdos cuentan historias de vida, no de pérdida. Te reconfortan en lugar de entristecerte. Conserva lo que te recuerda al amor, no lo que te mantiene sumido en la tristeza.
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