Cuando fui a casa de mi exesposa después de cinco años de divorcio, me impactó ver la foto colgada en la pared. Había hecho algo inmoral…

Antes de irme, escribí una nota:

“No sé qué me depara el futuro, pero siempre estaré aquí si me necesitas”.

Semanas después, llegó a mi oficina una carta escrita a mano por ella:

“No me arrepiento de esa noche lluviosa. Solo quiero que seas feliz. Que siga siendo nuestro mejor recuerdo”.

A veces, todavía paso por delante de ese viejo edificio. La pequeña maceta que ella cuidaba sigue allí, en el alféizar de la ventana.

Nunca entro; simplemente levanto la vista y sonrío suavemente, sabiendo que algunos amores nunca terminan del todo. Simplemente encuentran un lugar tranquilo en nuestros corazones y se quedan allí para siempre.

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