Cuando una madre se dio cuenta de que su hijo había cambiado, encontró fuerza en ella misma

Solo con fines ilustrativos.
Sentí como si se cerrara una puerta no solo a su hogar, sino también al vínculo que tanto me había esforzado por mantener vivo. En ese momento, me di cuenta de que tenía que tomar una decisión por mi propia paz mental.

Así que dejé de esperar.
Me uní a un club de lectura, comencé a hacer voluntariado y me rodeé de personas que realmente aplaudían mi presencia. El dolor de su ausencia sigue ahí, pero me ha enseñado algo invaluable: el amor debe fluir en ambos sentidos.

A veces, lo más bondadoso que podemos hacer por nosotros mismos es dejar de perseguir a quienes no están dispuestos a encontrarnos a medio camino y, en cambio, volcar nuestra energía en relaciones y pasiones que devuelvan la calidez y el sentido a nuestras vidas.

 

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