La esposa de Javier, sin poder contenerse, gritó:
“¡Esto es un abuso! ¡Ya está viejo! ¿Cómo es posible que le permitan ceder el terreno así, sin consultarnos?”
Don Ramiro, tranquilo y sereno, se encogió de hombros:
“Había un abogado. Había funcionarios del gobierno presentes. Las nuevas escrituras se emitieron la semana pasada.” Si quiere impugnarlo, hágalo en el juzgado de distrito de Tuxtla Gutiérrez.
Solo Luis, el más pequeño y callado de los tres, se dio la vuelta con los ojos llenos de lágrimas.
Recordó las muchas veces que su padre lo había llamado, preguntándole con ternura:
“¿Vendrás a casa para las fiestas?”
Y cómo siempre respondía:
“Estoy ocupado con un gran proyecto, papá. Te lo compensaré el año que viene”.
Pero ahora… no habría un año que viene.
Los padres mayores no necesitan tu dinero. Necesitan tu tiempo.
Y a veces, para cuando te das cuenta de eso… es demasiado tarde.