Durante la ceremonia de despedida de su esposa, el esposo vio moverse su vientre expectante, y lo que sucedió después cambió todo lo que creía sobre su familia.
Al día siguiente, en el crematorio, Etan se paró frente al altar, temblando. Mientras el sacerdote rezaba, el ataúd comenzó a moverse hacia el fuego.
Entonces sucedió algo imposible.
El vientre que se movió
La tela de seda que cubría el cuerpo de Amara se movió ligeramente. Su vientre se movió, una vez, luego otra vez.
Al principio, Etan pensó que era un efecto de luz. Pero entonces lo vio con claridad: un leve y suave movimiento desde dentro.
“¡ALTO!”, gritó. “¡Detengan la cremación!”.
Todos se quedaron paralizados. El sacerdote retrocedió incrédulo. Etan corrió hacia el ataúd, levantó la tapa y vio que el pecho de Amara subía débilmente.
Respiraba.
Se desató el pánico. Los trabajadores pidieron ayuda y una ambulancia la llevó rápidamente al hospital. Horas después, un joven médico acudió a Etan, pálido y conmocionado.
“Señor Carter”, dijo en voz baja, “su esposa está viva, pero en estado crítico. Encontramos rastros de una toxina rara en su sangre. Ralentiza la respiración e imita la muerte. Si no hubiera detenido la cremación, la habría perdido para siempre”.
Las rodillas de Etan se debilitaron. “¿Toxina? ¿Cómo pudo pasar eso?”.
El médico frunció el ceño. “¿Tomó algún remedio herbal o tratamiento casero recientemente?”. Y en ese instante, Etan recordó: el “té especial”.
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