“¿Terminaste?”
Valeria se incorporó, ocultando su preocupación tras una expresión profesional.
“Necesito hablar contigo unos minutos, Ernesto. A solas.”
Laura cerró los ojos, como si la simple voz de su padre fuera suficiente para destrozarla por completo.
La doctora comprendió que esto era solo el principio… y que lo que estaba a punto de descubrir podría ser mucho peor de lo que imaginaba.
La doctora condujo a Ernesto a una pequeña habitación contigua, lejos de la camilla donde Laura intentaba contener los sollozos. Cerró la puerta con cuidado, sin prisas. Su tono era firme, pero mesurado.
“Encontré algo en la ecografía”, empezó. “Laura está embarazada”.
Por un instante, Ernesto no mostró ninguna reacción. Ni sorpresa, ni preocupación, ni enfado. Solo un parpadeo lento.
“Ya veo”, respondió con demasiada calma.
Un escalofrío recorrió a Valeria. Esa reacción no era la habitual en un padre que acababa de recibir semejante noticia.
“Necesito hacerle unas preguntas a su hija sin supervisión”, continuó. “Es un requisito médico y legal. Y tengo que avisar a los servicios sociales. Es el protocolo”.