Esa noche, Thomas llamó a Marcus Johnson, el investigador privado que había trabajado en la desaparición de Sofía.
“Marcus, tenemos que reabrir el caso.”
“¿Después de cinco años? ¿Qué ha cambiado?”
“Conocí a un chico… Llevaba el collar de Sofía.”
Al día siguiente, Marcus llegó a las 7:00 a. m., con aspecto serio.
“Cuéntamelo todo”, exigió.
Thomas se lo contó todo: la reunión, el nombre de los Morrison, la reacción al collar y esa palabra… “maldito”.
“Hay algo que nunca te conté”, admitió Marcus. “Creemos que el secuestro no fue casual. Una red organizada vigilaba a tu familia y secuestraba a niños para cambiarles la identidad.”
“¿Quieres decir que criaron a Sofía como un niño?”
“Sí. Quizás fue para que no la reconocieran.”
“¿Por qué nunca me lo dijiste?” —No teníamos pruebas, y ya estabas destrozado.
Investigaron a los Morrison. Un caso condenatorio. Despedido por abuso. Un niño fugitivo. Varón. Edad: 8 años en ese momento.
Marcus:
— Hay una conexión con la red. Necesitamos encontrar a Alex.
Una llamada lo cambió todo.
— Hola, soy Sara Chen del refugio Seri. Un niño llegó esta mañana con un collar y una tarjeta de visita con tu nombre. Dijo que lo buscaban.
— ¿Dónde está?
— Calle Oak 245. Pero llegaron dos hombres, diciendo ser de servicios sociales. Alex se asustó. Dijo que su nombre era otro… Sofía.
Thomas y Marcus corrieron al refugio. Demasiado tarde. Sara estaba herida.
— Dijeron: “Sofie, te extrañamos”.
— ¡¿Sofie?!
— Se fueron hace 10 minutos.
Reconocieron un coche negro. El mismo que vieron el día que Sofía desapareció. Marcus recibió una llamada:
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