El esposo obligó a su esposa a firmar los papeles del divorcio justo en la cama del hospital, pero no esperaba quién sería el abandonado…
—Papeles de divorcio. Ya los escribí. Solo tienes que firmarlos y se acabó.
Hanh se quedó atónita. Sus labios se movían, su garganta aún dolía por la operación, no podía formar palabras. Sus ojos estaban llenos de dolor y confusión.
—¿Estás bromeando?
—No estoy bromeando. Te dije que no quiero vivir con una mujer débil y enferma todo el año. Estoy cansado de cargar con esta carga solo. Deberías dejarme vivir con mis verdaderos sentimientos.
Khai habló con calma, como si hablara de cambiar de teléfono, no de abandonar a su esposa con la que había pasado casi 10 años de su vida.
Hanh sonrió débilmente, lágrimas rodaron por las comisuras de sus ojos.
—Entonces… esperaste el momento en que no podía moverme, no podía reaccionar… para obligarme a firmar?
Khai guardó silencio unos segundos, luego asintió:
—No me culpes. Esto tenía que pasar tarde o temprano. Tengo a otra. Ella no quiere vivir más en la oscuridad.
Hanh apretó los labios. El dolor en su garganta no era nada comparado con el dolor que gritaba en su corazón. Pero no gritó ni lloró fuerte, solo preguntó suavemente:
—¿Dónde está el bolígrafo?
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