Una semana después, Mark recibió un sobre con correo prioritario. Dentro estaba la sentencia de divorcio definitiva. Adjunta, una pequeña nota manuscrita:
“Gracias por alejarte, así dejaría de aferrarme a alguien que ya me soltó.
El que queda no soy yo
Eres tú, extrañando por siempre a la mujer que una vez te dio todo su amor”.
En ese momento, Mark finalmente se dio cuenta: la persona que creía que estaba acabando con las cosas era la que realmente había quedado atrás.