El marido le pidió a su esposa que firmara los papeles del divorcio en la cama del hospital, pero no esperaba que ella fuera abandonada…

Harley asintió, sonriendo débilmente.
«Sí, vino a pedir el divorcio».

– ¿Estás bien?

— Más que bien.

John se sentó a su lado, dejó las flores y sacó un sobre.

—Aquí están los papeles del divorcio que tu abogado me pidió que guardara. Me dijiste: si Mark los traía primero, firmarías este sobre y lo devolverías.

Sin pestañear, Harley abrió el sobre y firmó. Luego se volvió hacia John, con el rostro radiante de serena fuerza.

—De ahora en adelante, viviré para mí. Ya no me desviviré por ser una «buena esposa». Ya no fingiré ser fuerte cuando esté agotada.

—Estoy aquí. No para reemplazar a nadie, sino para apoyarte si me lo permites.

Harley asintió levemente. Una lágrima cayó, no de tristeza, sino de paz.

Una semana después, Mark recibió un sobre prioritario. Dentro estaba la sentencia de divorcio definitiva. Se adjuntaba una breve nota manuscrita:

 

“Gracias por irte, para poder dejar de aferrarme a alguien que ya me dejó ir.

El que queda no soy yo.

Eres tú, extrañarás por siempre a la mujer que te dio todo su amor.

En ese momento, Mark finalmente se dio cuenta: la persona que creía que estaba acabando con las cosas era la que realmente había quedado atrás.

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