El niño sufría los golpes de su madrastra cada día,hasta que un perro K9 hizo algo que eriza la piel

Pasaron los meses.
Isaac fue trasladado a un hogar temporal, pero Thor se negaba a separarse de él.
El perro ladraba y aullaba cada vez que intentaban llevarlo al cuartel.
Finalmente, la Guardia Civil decidió que el lazo entre ambos era algo que no debía romperse.

El niño y el K9 se convirtieron en inseparables.
Isaac, que antes apenas hablaba, empezó a reír, a correr, a jugar.
Cada noche, Thor dormía junto a su cama, vigilante, como si supiera que los monstruos no siempre están bajo la cama… a veces usan perfume y un vestido planchado.

Años después, en una ceremonia oficial, un joven de uniforme azul recibió una medalla.
—Por valentía y servicio ejemplar —dijo el comandante.
El público aplaudió. A su lado, un viejo perro con hocico blanco movía la cola.

Isaac sonrió.
—Si mi madre pudiera verme —susurró—, sabría que el primer abrazo que recibí vino de un héroe con cuatro patas.

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