Enamorarse después de los 60 puede ser una experiencia poderosa, transformadora… e inesperadamente arriesgada.
Lo aprendí de primera mano el día que una mujer de 67 años se sentó frente a mí y me dijo una frase que aún recuerdo:
“Doctor… creo que estoy enamorado y siento que la vida se me escapa de las manos”.
El romance en la adultez tardía no se parece en nada a enamorarse a los 20.
A los 60, ya tienes una identidad plena, hábitos arraigados, cicatrices emocionales, rutinas y, lo más importante, independencia.
Así que cuando alguien llega y te sacude el mundo, el impacto emocional puede ser como un terremoto.
Y aunque rara vez se habla de ello, el amor en esta etapa de la vida conlleva peligros muy reales para tu paz, tu autonomía e incluso tus finanzas.
A continuación se detallan los riesgos más comunes que veo y cómo proteger su bienestar sin renunciar a la posibilidad de una relación genuina y saludable.
1. Confundir la soledad con el amor
Muchas personas mayores de 60 años han sufrido pérdidas profundas: divorcio, viudez, cambios en las amistades o hijos que siguen adelante con sus vidas.
La soledad se convierte en un dolor profundo y persistente.
Entonces, cuando aparece alguien atento y amable, el cerebro a menudo etiqueta ese alivio como amor.
Pero a menudo… no es amor.
Es necesidad.