El perro se puso furioso al ver a una mujer embarazada

Y ahí fue cuando todo se aceleró. Léa empezó a quejarse de malestar. Nada repentino, solo una leve molestia en el estómago, mareos, una fatiga extraña… pero suficiente para alertarnos. Esto no era normal.

Llamamos al equipo médico sin perder tiempo. Llegaron casi de inmediato. Léa palidecía cada vez más, y con la voz temblorosa, dijo:

“No entiendo… no es el momento de mi parto…”

Afuera, Oslo seguía de pie junto a la puerta, en alerta máxima. Ya no ladraba, pero estaba tenso, con las orejas erguidas y la mirada fija al frente. Lo sabía.

Los médicos le realizaron una exploración inicial. Y enseguida, ya no hubo ninguna duda: algo grave estaba ocurriendo. Imperceptible a simple vista, pero peligroso, tanto para ella como para su bebé.

Sin Oslo, quizá no habríamos reaccionado tan rápido. Gracias a él se activó la respuesta de emergencia. Llamaron a una ambulancia de inmediato. Una carrera contrarreloj… por dos vidas.
Continúa en la página siguiente.

Leave a Comment