“En un apartamento. No es… agradable. Pero es todo lo que tenemos”, murmuró ella.
Michael apretó la mandíbula. Ningún niño debería tener que cargar con tanto peso. Terminó su café y dijo: “Me gustaría visitarte. No para juzgar. Solo para ver cómo puedo ayudar”.
Emily parecía nerviosa, pero finalmente accedió. Juntos, caminaron por las frías calles hasta llegar a un edificio ruinoso con paredes agrietadas y luces parpadeantes. Dentro, Liam y Sophie estaban sentados en el suelo, envueltos en mantas viejas. Cuando vieron a Emily regresar con la comida, se les iluminó el rostro, pero abrieron los ojos como platos al ver a Michael.
“¿Quién es?”, preguntó Liam, desconfiado.
Emily respondió: “Nos está ayudando”.
Michael se agachó y colocó la bolsa de comida y leche frente a ellos. “Hola, soy Michael. No quiero nada de ustedes. Solo quiero asegurarme de que estén bien”.
Los niños se zambulleron en la comida con alivio.
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬