Estaba cansada del dolor, sujetando la mano de mi esposo con los ojos llenos de lágrimas. Mientras la camilla entraba en la sala de partos, vi una cara familiar en el pasillo.

Arjun asintió, sonriendo levemente. No hicieron falta más palabras, porque el pasado realmente terminó allí.
Ahora, con mi hija de más de un año, todavía recuerdo ese día con claridad. No fue solo el instante en que me convertí en madre, sino también el instante en que crecí: aprendí perseverancia, perdón y el valor de vivir el presente. Productos para la maternidad.

Comprendí que el camino de una madre no es solo la felicidad de dar la bienvenida a un hijo, sino también un paso por muchas emociones: el dolor del pasado, la tensión del presente. Sin embargo, fue el bebé que llevo dentro quien me dio la fuerza para superarlo todo.

Reencontrarme con Arjun me enseñó algo: algunos amores no terminan por la pérdida de sentimientos, sino por el destino. Lo esencial no es el resentimiento, sino dejar ir, encontrar la paz y seguir adelante.

Hoy, abrazando a mi pequeña, agradezco en silencio al destino. Gracias por permitirme verlo una vez más, aprender la verdad y terminar una historia inconclusa. Y gracias por regalarme un hogar completo, donde descubrí el significado de la felicidad simple pero profunda.

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