Estudiante le vierte café a su nuevo compañero negro, sin saber que es campeón de taekwondo…
“¿Crees que puedes entrar aquí como si fueras el dueño del lugar? No, tío. Nosotros mandamos aquí”, se burló Tyler, mientras sus amigos se reían entre dientes.
Los tranquilos ojos marrones de Marcus se encontraron con los de Tyler, pero no dijo ni una palabra. Ese silencio solo enfureció aún más a Tyler. Entonces, en un instante destinado a avergonzar, Tyler volcó la taza de café y la derramó sobre la camisa de Marcus.
La sala se quedó en silencio por un momento. Se oyeron jadeos. Los estudiantes se quedaron mirando, sin saber si reír o apartar la mirada. El líquido caliente empapó la ropa de Marcus, goteando al suelo.
“Bienvenido a la preparatoria Lincoln, novato”, dijo Tyler con una sonrisa burlona, tirando la taza vacía a un lado.
Marcus apretó los puños, sintiendo el ardor en el pecho. Todos sus instintos le gritaban que tomara represalias, pero años de disciplina lo detuvieron. Ocho años de entrenamiento de taekwondo le habían enseñado más que solo a pelear. Era cinturón negro, campeón regional. Y, sobre todo, su entrenador le había inculcado una lección: el taekwondo es para la defensa personal, nunca para la re:venganza.
Respiró hondo, se limpió la pechera de la camisa y se alejó, en silencio, pero ardiendo por dentro.
Al salir de la cafetería, un pensamiento resonó en su mente: Esto no es el final.
Lo que Marcus no se dio cuenta fue que este simple acto desencadenaría una serie de eventos que pondrían a prueba no solo su paciencia, sino también sus principios, y que finalmente revelarían su verdadera fuerza a toda la escuela.
Al mediodía, toda la escuela bullía con comentarios sobre “el incidente del café”. Algunos estudiantes admiraban cómo Marcus mantenía la calma; otros asumían que solo estaba asustado. Sea como sea, él era el centro de atención.
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