Fui a burlarme de mi ex en su boda con un “hombre pobre”, pero cuando vi al novio, volví a casa y lloré toda la noche.

Pero mi boda fue muy diferente a lo que había soñado.

Mi esposa se burlaba constantemente de mí porque tenía un sueldo “promedio”, a pesar de trabajar en la empresa de su padre. Vivía con miedo: de sus caprichos, sus exigencias y, lo peor de todo, del desprecio de mi suegro.

Un día, me enteré de la noticia.

Antonio se casaba.

Una amiga de la universidad me llamó y me dijo:

“¿Sabes con quién se casa? Con un obrero de la construcción. Sin dinero. Le está costando mucho elegir”.

Reí con desprecio.

Me lo imaginé con un traje barato, con el rostro desgastado por años de penurias.

Decidí asistir a la boda, no para felicitarlo, sino para burlarme de él.

Para mostrarle lo mal que había elegido… y lo que había perdido.

Ese día, me puse mi vestido de diseñador más bonito y llegué en mi coche de lujo.

En cuanto crucé el vestíbulo, todas las miradas se posaron en mí.

Me sentí orgullosa, casi arrogante.

Pero entonces…

Vi al novio.

Llevaba un sencillo traje beige, nada llamativo.

Pero su rostro… me detuvo en seco.

Me incliné más cerca.

Mi corazón latía con fuerza al darme cuenta…

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