“Fui a la casa de mi jefe y me quedé pasmada al ver que su hijo era la viva imagen del mío, y luego la verdad que se reveló me dejó ‘patas arriba’

—No ha sido fácil —admití—. Pero la verdad es que… no cambiaría nada de esto. Porque gracias a todo, encontré algo que no sabía que necesitaba.

Él dio un paso hacia mí, con los ojos brillando de emoción.

—¿Y qué encontraste?

—Un hogar. No un lugar. Sino un sentimiento.

Ricardo me abrazó en silencio, y por primera vez, sentí que no llevaba el peso sola.

Poco tiempo después, decidimos dar un paso más. No fue una gran boda, ni un anuncio público. Solo nosotros cuatro, en una tarde tranquila, hicimos una promesa frente al mar. Una promesa de cuidarnos, de apoyarnos y de no dejar que los errores del pasado definieran nuestro futuro.

Y así, entre risas de niños y la brisa del viento, comenzó nuestro nuevo capítulo.

Porque a veces, la vida no sigue un camino recto. Pero si se camina con amor, incluso los caminos más torcidos pueden llevarte a casa.

Leave a Comment