
Historias moralesNoticiasRelación Dos ladrones entraron en la casa de una viuda de 91 años, sin saber que les estaba esperando una trampa ingeniosa.
“Oh, Howard, ¿recuerdas el reloj de oro y la flauta de plata en el armario del garaje? ¿Los de tu abuelo y tu tatarabuelo?”
Afuera, los ladrones escuchaban. Al enterarse de los supuestos objetos de valor, se dirigieron al garaje.
Evelyn actuó. Con gas pimienta, llaves de repuesto y el viejo bate de béisbol de Howard, entró sigilosamente al garaje por la parte trasera. Justo cuando los ladrones entraron, los roció a ambos y cerró de golpe la persiana metálica. Uno intentó levantarla, pero ella la cerró con llave.
En cuestión de minutos, luces rojas y azules parpadeantes iluminaron el patio. Llegó la policía, aseguró el garaje y desenmascaró a los intrusos; uno de ellos era Rick.
“Lo sabía”, susurró Evelyn.
“¿Lo conoce?”, preguntó el agente Carter.
“Sí”, respondió ella. “Vive dos casas más allá. Lo vi merodeando hace días.”
“Ya no tienes que preocuparte”, dijo el agente. “Lo manejaste con valentía y rapidez mental. ¿Era cierta esa historia de las antigüedades?”
Evelyn sonrió. “No. Me la inventé para atraerlos.”
“Genial decisión”, dijo Carter. “Deberías estar orgullosa.”
Al día siguiente, Evelyn llamó a su hijo Mark. Él le rogó que se mudara a Arizona, pero ella no podía dejar la casa llena de recuerdos de Howard. En cambio, Mark cambió de trabajo y regresó con su familia.
Hoy, Evelyn y su nuera Lily regentan la antigua tienda de Howard, ahora llamada La Casa del Tesoro de Howard y Evelyn. Tras su alegre letrero se esconde una historia de amor, valentía y una viuda inteligente que se mantuvo firme y triunfó.