Le hice una señal al líder de la banda. “Señor”, dije, “en sesenta segundos necesito un tema clásico, una entrada suave; Nat King Cole, si lo tiene”.
“Sí que lo tenemos”, dijo. “¿Por qué?”
“Porque vamos a arreglar el ambiente de esta sala”.
Retrocedí hacia Louise. “¿Lista?”
“¿Para qué?”, susurró.
“Para que la vean bien”.
Los primeros compases de “Unforgettable” rozaron la sala. Las conversaciones se hicieron más escasas. Las cabezas se giraron. Le ofrecí la mano.
“¿Me concedes este baile?”
Por un instante pareció que iba a negarse. Entonces puso su mano en la mía: pequeña, firme, valiente. Caminamos hacia el centro como si nos hubieran asignado desde el principio.
No actuamos. Pertenecíamos. Esa era la diferencia.

Para el segundo estribillo, las risas se habían apagado en las gargantas de la gente. Junto al puente, las cámaras aparecieron —clic, clic, clic— capturando algo elegante e indiscutible: la madre del novio en la luz, no en las sombras.
4) Fase III — Set the Standard (Sin derramar sangre)
Cuando terminó la canción, no solté su mano. Me volví hacia el DJ.
“Señor, ¿un minuto con el micrófono?”
⏬ Continua en la siguiente pagina