
La parte de continuación
—¿Qué has dicho?
“Que mi hijo es lo que tú nunca serás: un hombre que se ha ganado cada paso con esfuerzo honesto.”
El silencio llenó la habitación. Solo se oía el tictac del reloj en la sala.
Rodolfo soltó una breve y sarcástica risa, pero el pánico acechaba debajo.
“¿Tu hijo? Ese advenedizo que se cree dueño del mundo…”
“No”, respondí con calma. “No lo cree. Sabe que nada es gratis. Y también sabe quién humilló a su padre y quién pisoteó a su madre durante años.”
Vi su rostro enrojecerse y apretar los puños. Pero por primera vez en mi vida, no sentí miedo. En ese instante, comprendí que la cadena que