La vida de mi esposo pendía de un hilo, así que acepté ser madre sustituta de un multimillonario para salvarlo, pero nueve meses después, todo cambió de una manera que nadie esperaba.

La revelación
Cuando llegué, me miró fijamente, con una expresión indescifrable.
“Se trata del bebé”, dijo. “El padre biológico… es alguien que conoces muy bien”.

Me quedé paralizada. “¿De qué estás hablando?”

Lena respiró hondo y luego habló en voz baja: “El padre biológico del niño que llevas dentro… es tu marido, David”.

Se me paró el corazón. “¡No, eso no es posible! ¡Ha estado enfermo! No pudo…”

Lena deslizó un documento por la mesa. “Su familia, sus padres, lo arreglaron todo antes de que enfermara. Conservaron su muestra para el futuro, con la esperanza de que se recuperara. Al no hacerlo… siguieron adelante. Querían un nieto, aunque tú no lo supieras”.

No podía respirar. Las lágrimas me nublaban la vista mientras susurraba: “Entonces… el bebé que llevo dentro… ¿es de David?”.

Lena asintió suavemente. “Y no querían que lo supieras. Se suponía que nunca lo sabrías”.

Me quedé allí sentada en silencio, con una mano sobre el estómago, temblando. Dentro de mí estaba el hijo del hombre que amaba: un hijo destinado a desconocidos, elegido por quienes siempre me habían mantenido a distancia.

Pero eso fue solo el principio. Ese día fue solo la primera grieta, y lo que siguió cambiaría todo lo que creía saber sobre el amor, la lealtad y el destino.

El Acuerdo Oculto
Esa noche, no pude dormir. No dejaba de mirar al techo, con una mano sobre mi vientre, intentando comprender todo lo que Lena había dicho.

El niño dentro de mí era de David.
Pero sus padres lo habían mantenido en secreto: de él, de mí, de todos.

Lo siguiente

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