Enfriamiento: deja que la lasaña se enfríe completamente a temperatura ambiente después de hornearla. Esto ayuda a evitar la condensación, que puede hacer que se empape.
Tapa: si te sobra, cubre bien la lasaña con film transparente o papel de aluminio para mantenerla fresca. También puedes transferirla a un recipiente hermético.
Refrigeración: guarda la lasaña cubierta en el refrigerador si planeas comerla dentro de 3 a 5 días.
Variedades de queso
Congelación: si quieres conservarla por un período más largo, puedes congelarla. Asegúrate de envolverla bien en film transparente y luego en papel de aluminio o colócala en un recipiente apto para congelador. Puede congelarse hasta por 2 o 3 meses.
Recalentamiento: cuando estés listo para comerla, puedes recalentar porciones individuales en el microondas o todo el plato en el horno a 180 °C (350 °F) hasta que esté bien caliente.
¡Estos pasos ayudarán a mantener el sabor y la textura de tu lasaña!
