Llevamos tres años casados, pero todas las noches mi esposo duerme en la habitación de mi mamá. Una noche, lo seguí en secreto y descubrí una verdad sorprendente.
El día de su boda, Mariel se creía la mujer más feliz del mundo. Su esposo, Ramón, era un hombre manso y trabajador, siempre llegaba puntual al trabajo y a casa temprano. Ella era tranquila, pero siempre amable y cariñosa con su esposo. Mariel cree que ha elegido a la persona adecuada a quien confiarle su vida.
Sin embargo, justo después de las primeras semanas, empezó a notar algo extraño. Todas las noches, Ramón esperaba a que se durmiera, luego se levantaba silenciosamente y se dirigía a la habitación de su madre, la señora Rosa, que vivía justo al lado.
Al principio, Mariel intenta consolarse pensando que probablemente está preocupada por su anciana madre, así que va a cuidarla por las noches. Pero todos los días, todos los meses —tres años seguidos—, sigue sucediendo. Ya sea que llueva a cántaros, sople el viento o cuando acaba de regresar de un viaje de negocios exhausto, Ramón sigue yendo a la habitación de su madre a dormir, dejándola sola.
Cuando le hicieron una pregunta, Mariel respondió simplemente:
A mi madre le daba mucho miedo quedarse sola por la noche. Tenía que ir allí para que se sintiera cómodo.
La respuesta parecía razonable, pero de alguna manera, a Mariel aún le dolía el corazón. Se sentía como en su propia casa.
Su suegra, Rosa, incluso una vez insinuó:
“Un hombre que sabe amar a su madre es una gran bendición para su nuera”.