Soy Amelia, tengo 72 años, estoy jubilada y creía estar en la etapa más feliz de mi vida.
Tengo tres hijos: Mario, Carlos y Ricky, y todos están casados.
Como quería que estuviéramos juntos, mandé construir nuestra gran casa de cinco pisos en Ciudad Quezón para toda la familia.
Pensé que era el “resultado del éxito”.
No sabía que este sería el mayor dolor que tendría que afrontar como madre.
Una noche, alrededor de las 2:00 a. m., me desperté con dolor de garganta.
Al bajar las escaleras, me di cuenta de que la luz de la cocina seguía encendida.
Pensé que alguien había olvidado apagar el interruptor, pero al acercarme, escuché una voz débil.
Mis tres nueras, Grace (esposa de Mario), Lara (esposa de Carlos) y Dina (esposa de Ricky), tomaban café y murmuraban entre sí.
Y lo que oí…
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬