A menudo me digo:
“La vida no tiene por qué ser ruidosa. La paz sola basta”.
Pero esa paz se rompió repentinamente un domingo por la mañana…
Estaba regando una planta cuando oí un coche detenerse frente a la puerta.
Una voz familiar dijo, temblorosa:
“Mamá… ¿Qué tal, Liza?”.
Me sorprendí. No lo había visto en tres años.
Yo
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬