Me sorprendió ver a la criada correr al baño a vomitar justo cuando estaba preparando la cena…

Lo miré a los ojos y le dije, enfatizando cada palabra:

“¿Chance? ¿Pensabas en darme una cuando me humillaste así? Ese niño es tuyo, lo sabes bien”. Pero a partir de hoy, los libero a ti y a ella. No voy a quedarme con un traidor.

Entonces puse la solicitud de divorcio ya firmada sobre la mesa.

La criada rompió a llorar, mi esposo hundió la cabeza y mi cuñado se cubrió el rostro. Los tres bajaron la mirada, incapaces de mirarme.

Me puse de pie, con la frente en alto, cargando conmigo la poca dignidad que aún me quedaba, y salí de la casa que una vez llamé mi hogar.

Afuera, el viento frío me acariciaba el rostro, pero por dentro, sentía una paz inesperada.

Comprendí que la mayor pérdida no era perder a un esposo, sino perder la ilusión de un falso amor. Los mejores regalos para tus seres queridos.

Y pensé: Mejor sola y orgullosa que vivir con un traidor.

 

 

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