Mi madre me vendió por 5000 pesos a un hombre mayor y soltero. Desde ese momento pensé que mi vida sería un infierno, pero en cuanto crucé la puerta de la cámara nupcial, una verdad me dejó sin aliento…
Me llamo Marisol y apenas tengo 20 años. Nací en un pequeño pueblo de Oaxaca, en una familia pobre. Mi padre murió joven y mi madre se quedó sola, luchando por criarnos a mí y a mis dos hermanas. Pero la pobreza nunca me abandonó: las deudas se acumulaban, los cobradores venían cada semana y mi madre estaba prácticamente agotada. Viajes en familia.
Un día, una mujer del barrio llegó a casa y le dijo a mi madre que en el pueblo de al lado había un hombre mayor y soltero que necesitaba que alguien lo cuidara. Si accedía, le daría 5000 pesos; una cantidad pequeña para muchos, pero en ese momento, nos pareció una fortuna.
Estaba en shock. Lloré, grité, no podía creer que mi madre hubiera tomado esa decisión. Me sentí como una mercancía en venta, como si me lanzaran a un destino oscuro. Pero al ver la mirada desesperada de mi madre, sus manos temblorosas ocultando sus lágrimas, no tuve el valor de reprochárselo. Solo asentí en silencio, sintiéndome infinitamente humillada.
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