Mi padre tiene 65 años y tenía una aventura a escondidas de mi madre. Enfurecido, decidí seguirlo a un motel. Cuando se abrió la puerta, la escena que vi me dejó paralizado…

Mi padre ya tiene 65 años. Durante décadas, trabajó duro para mantener a cinco personas sin quejarse jamás. Para mí, era el héroe de la familia.

Pero como la situación económica había mejorado, empecé a notar cambios: se vestía con más cuidado, ponía una contraseña en su teléfono y salía todas las noches con la excusa de “jugar ajedrez con un amigo”.

Como algo no me parecía bien, lo seguí en secreto.

Y una noche me quedé helada cuando lo vi entrar directamente a una posada al borde de la carretera.

La ira y la humillación por mi madre me ardían en el corazón. ¿Acaso el padre a quien había respetado durante tantos años la estaba traicionando de esta manera?

Decidí esperar hasta el final. Después de casi una hora, cuando lo vi salir de la habitación con una mujer, corrí hacia ella.

“¡Papá…!” dije con voz tensa y la señalé con mano temblorosa.

La mujer se giró alarmada al oírme. Y en ese instante me quedé paralizada: ante mí no estaba una extraña… sino mi propia madre.

Ella se sonrojó y evitó mi mirada, y mi padre permaneció allí inmóvil, sin saber cómo reaccionar.

Me quedé sin palabras, no podía comprenderlo. ¿Por qué mi madre? ¿Se habían conocido aquí?

Al ver mi confusión, mi padre me llevó a un rincón, suspiró y lentamente me reveló un secreto que nunca podría haber imaginado:
“Tu madre… en realidad no es mi esposa legal.

 

 

 

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