Un año después, el jardín de mi tío se había convertido en una gran plantación.
De ahí obtenemos nuestro sustento hasta el día de hoy.
Pero para mí, la herencia más valiosa no fue la tierra, sino la lección de confianza y bondad.
Si mi madre hubiera hecho como los demás ese día y le hubiera dado la espalda, tal vez nunca habríamos tenido otra oportunidad.
Y sin mi tío, probablemente seguiríamos en la miseria.
Por eso, cuando alguien me pregunta quién es el héroe de mi vida, solo tengo una respuesta:
“Mi tío, el hombre que todos rechazaron, pero que nos amó con un corazón puro”
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