¡MILLONARIO INVITÓ A LA LIMPIADORA PARA HUMILLARLA… PERO CUANDO ELLA LLEGÓ COMO UNA DIVA!….

Probablemente vino carísimo, derramado en alguna cena de negocios. Había aprendido a desaparecer, a ser parte del mobiliario, a vivir en silencio. Así era más seguro. Así nadie preguntaba. Contratad más, camareros”, dijo él de repente, ahora de pie en el umbral del salón principal, observándola con la intensidad de quien estudia un cuadro ajeno. Su mirada se clavó en ella. Valentina lo sintió como si le arrancara la piel. Se levantó despacio con las rodillas doloridas y las manos rojas.

Se limpió en el delantal azul de todos los días. Entonces la voz de Augusto cortó el aire. Buenos días, Valentina. Necesito hablar contigo. Ella asintió con el corazón ya inquieto y empezó a guardar los productos de limpieza. Él se acercó a la chimenea de mármol y se quedó mirando un cuadro colgado encima, obra de algún artista europeo cuyo nombre Valentina nunca se preocupó por aprender. “El jueves será la gala anual”, dijo sin moverse. “Como siempre, te encargarás de la limpieza final antes de que lleguen los invitados.” “Sí, señor”, respondió ella, intentando mantener la compostura, pero entonces su tono cambió.

Este año será diferente. Este año no solo limpiarás, participarás. Valentina sintió el estómago contraerse. Participar. ¿Cómo? Augusto giró hacia ella con una sonrisa torcida como invitada. Las palabras cayeron como piedras. En tr años nadie en esa casa la había tratado como algo más que parte del fondo. Servir café, limpiar cristales, nunca imaginar algo así. No entiendo”, murmuró, pero él ya empezaba a caminar a su alrededor con las manos tras la espalda como un juez impaciente. “Es simple.

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