El joven médico la observó con más atención y frunció el ceño. Le pidió que se acostara, la examinó y, de repente, palideció. Llamó a un colega, luego a otro. Susurraron junto a la cama, intercambiaron miradas y, finalmente, uno de ellos dijo:
—Señora… Disculpe, pero… ¿en qué estaba pensando su médico?

La mujer se tensó.
—¿Qué quieres decir? ¡Llevo nueve meses embarazada!
El médico respiró profundamente y, buscando las palabras, respondió:
—No tienes un bebé. Esto no es un embarazo. En tu abdomen tienes un tumor enorme. Eso es lo que ha estado creciendo todo este tiempo.
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