2. En un bol grande, coloca la harina y haz un hueco en el centro. Añade el huevo, la mantequilla, la sal y la mezcla de leche con levadura. Amasa hasta obtener una masa suave y homogénea. Si está muy pegajosa, añade un poco más de harina, pero no demasiada para no endurecer el pan.
3. Coloca la masa en un bol ligeramente engrasado, cúbrela con un paño húmedo o film plástico y déjala reposar en un lugar cálido hasta que duplique su tamaño (aproximadamente 1 hora).
4. Una vez que la masa haya fermentado, desgasifícala presionándola suavemente. Divide la masa en porciones (según el tamaño deseado de los panes) y forma bolas o la forma que prefieras. Colócalas en una bandeja para hornear engrasada o con papel para hornear, dejando espacio entre cada pieza.
5. Precalienta el horno a 180°C (350°F). Deja reposar los panes formados por otros 30 minutos para que suban un poco más. Luego, hornéalos durante 15-20 minutos o hasta que estén dorados. Si lo deseas, puedes pincelar los panes con un poco de leche o huevo batido antes de hornearlos para darles un acabado brillante.
