Para no ver a mi suegro, mi esposo y yo le dimos a mi suegra 2 millones de pesos para que aceptara dejarnos independizar.

Para evitar ver a mi suegro, mi esposo y yo le prestamos a mi suegra dos millones de pesos para que nos dejara vivir solos. Pero el día que le pedimos el dinero para comprar una casa, nos dio la espalda.

Como no quería ver a mi suegro con frecuencia, mi esposo y yo acordamos darle dos millones de pesos para que nos permitiera vivir separados.

Desde el día en que me casé, tuve que compartir la casa con mis suegros. Los conflictos eran interminables, sobre todo con mi suegro, un hombre autoritario, de mal carácter y lengua venenosa, que me criticaba por cualquier cosa.

Muchas noches lloré hasta el cansancio, deseando tener nuestro propio espacio.

Pero él nunca accedió: insistió en que su hijo se quedara para “cuidar de sus padres”.

Finalmente, con el corazón apesadumbrado, le dimos a mi suegra los dos millones, con la condición de que convenciera a su marido. Aceptó el dinero con una sonrisa de oreja a oreja y asintiendo con la cabeza. Respiré aliviada, creyendo que por fin había escapado de ese infierno.

Pero cuando logramos ahorrar un poco más y le pedimos a mi suegra que nos devolviera ese dinero para comprar un pequeño departamento en Ciudad de México, se cruzó de brazos tranquilamente en medio de la sala y, con una mueca burlona, ​​dijo:

“¿Qué dinero? Nunca recibí nada. Esta casa la construyó mi hijo, el terreno es de su padre… no tienes derecho a reclamarlo”.

 

 

 

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