Pedimos 1 una ensalada, pero había pequeñas motas negras en la comida; nos llevó directamente al hospital.

Y entonces… se movieron. Sí, estas “semillas” no estaban quietas. Al observarlas más de cerca, eran translúcidas, como pequeñas burbujas con un punto oscuro dentro.  ¡¿Huevos de insecto?!  O mejor dicho, huevos de chinche de una especie muy rara. Se nos heló la sangre. Uno de esos momentos surrealistas en los que todo parece irreal, excepto nuestros instintos gritando:  “¡Esto no es normal!”.

El personal llegó en cuanto los llamamos. También palidecieron. Retiraron los platos de inmediato. Las explicaciones fueron constantes:  “problema de almacenamiento”, “producto cuestionable del proveedor”, “incidente aislado “. Pero en ese momento, ya nadie nos escuchaba. Solo queríamos irnos. Y rápido.

Emergencias, precauciones y estrés retardado

Fui a urgencias. No por una molestia inmediata, sino por  precaución . Los médicos me tranquilizaron: pruebas, exámenes, tratamiento preventivo. Nada de qué preocuparse en ese momento. Pero la ansiedad no desaparece de repente. No es tanto el miedo a haber tragado algo sospechoso lo que me molesta, sino más bien la sensación  de haber sido traicionado por lo que debería haber sido un momento de placer .

Por supuesto, denunciamos el incidente a las autoridades sanitarias. El restaurante, por su parte, intentó gestionar la situación con diplomacia, pero el daño ya estaba hecho. La simple palabra “ensalada” se convirtió en sinónimo de aprensión. ¿Y  las semillas de chía  ? Ahora están siendo vigiladas con  extrema vigilancia .

Lo que nos enseñó esta experiencia

 

 

⏬️⏬️ continúa en la página siguiente ⏬️⏬️

Leave a Comment