Tienes dificultad para levantarte de una silla sin impulso.
Subir escaleras te hace sentir más sin aliento que antes.
Tus brazos y muslos parecen menos tensos que antes.
Puedes experimentar tropiezos y pérdida del equilibrio, así como mayor fatiga sin causa aparente.
Si varios de estos síntomas te afectan, una breve consulta con tu médico puede ser beneficiosa para evaluar tu estado.
Protege tus músculos: buenos hábitos diarios
¡La buena noticia es que podemos actuar! Incluso a los 70, nunca es tarde para fortalecer tus músculos. Solo necesitas un poco de flexibilidad… y ánimo.
¡Muévete con inteligencia, pero muévete!
No hace falta que te conviertas en corredor de maratón. Los ejercicios más efectivos son sencillos: sentadillas, zancadas, flexiones ligeras, subir escaleras o incluso caminar a paso ligero. La clave es moverse a diario, aunque sea por diez minutos. Yoga suave, pilates, ciclismo o natación también son buenos aliados.
¡Come músculo!
La proteína es el principal combustible para los músculos. Intenta consumir de 1,2 a 1,5 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día. Algunas opciones incluyen huevos, salmón, lentejas, yogur natural e incluso un poco de queso.
En cuanto a las vitaminas, prioriza la vitamina D, el calcio y los ácidos grasos omega-3 (pescado azul, almendras, aceite de lino), además de mantener un consumo adecuado de agua.
¿Y si lo solucionáramos?
Limita los alimentos ultraprocesados, el azúcar blanco, las grasas saturadas y el exceso de alcohol, ya que todos ellos causan fatiga innecesaria.