“SE PARECE A TU MADRE DESAPARECIDA” – DIJO LA NOVIA DEL MILLONARIO: Y ÉL SE QUEDÓ PARALIZADO

No puede ser, murmuró negando con la cabeza. Es imposible. Mi madre nunca, ella jamás habría. Pero incluso mientras pronunciaba esas palabras, algo profundo en su interior, le gritaba que sí era posible, que después de tanto tiempo buscando en lugares equivocados, la vida había decidido ponerla justo frente a él en el momento menos esperado. La mujer levantó la vista en ese momento, como si hubiera sentido el peso de su mirada. Sus ojos verdes se encontraron directamente con los de Sebastián y fue como si un rayo atravesara el espacio entre ellos.

Durante un instante que se sintió eterno, madre e hijo se miraron sin reconocerse, pero con una conexión inexplicable que hizo que el aire mismo pareciera electrificado. “Dios mío”, susurró la mujer llevándose una mano temblorosa al corazón. Esos ojos. Sebastián dio un paso adelante, luego otro, como si fuera un sonámbulo siguiendo un sueño. Isadora caminó a su lado, su propia respiración entrecortada por la tensión del momento. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Sebastián pudo ver cada detalle del rostro de la mujer, cada línea que el tiempo había dibujado en su piel, cada marca que hablaba de años de experiencias que él desconocía completamente.

Disculpe, logró decir finalmente, su voz quebrándose en la primera palabra. ¿Cuál es su nombre? La mujer lo estudió con intensidad, como si estuviera tratando de resolver un rompecabezas imposible. Sus ojos se movieron desde su rostro hasta sus manos. Luego regresaron a sus ojos y Sebastián pudo ver algo cambiando en su expresión, un reconocimiento que parecía venir desde lo más profundo de su alma. “Milagros”, respondió suavemente. “Me llamo Milagros. El nombre golpeó a Sebastián como una bofetada. Su madre se llamaba Elena.

No milagros, pero la semejanza física era tan abrumadora que no podía ser coincidencia. ¿Habría cambiado su nombre? ¿Por qué alguien haría algo así? Milagros, repitió, como si al pronunciar el nombre pudiera entender mejor la situación. ¿Puedo preguntarle, ¿tiene familia? Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas instantáneamente y Sebastián sintió como si alguien le hubiera clavado una daga en el corazón. Era la misma expresión de dolor que había visto en las pocas fotografías que conservaba de su madre.

Esa tristeza profunda que parecía venir de haber perdido algo irreemplazable. “Tuve un hijo”, murmuró Milagros, su voz apenas audible. Hace mucho tiempo era era mi mundo entero. Sebastián sintió que las piernas se le iban a doblar yadora lo sostuvo del brazo. Sus propios ojos llenos de lágrimas mientras presenciaba lo que podría ser el reencuentro más importante de la vida de su novio. ¿Qué le pasó a su hijo?, preguntó Isadora gentilmente cuando Sebastián no pudo encontrar las palabras milagros.

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