“SE PARECE A TU MADRE DESAPARECIDA” – DIJO LA NOVIA DEL MILLONARIO: Y ÉL SE QUEDÓ PARALIZADO

Durante las siguientes tres horas, los tres permanecieron en la elegante sala de estar, donde Milagros compartió más detalles de su vida perdida, mientras Sebastián luchaba por procesar la magnitud de las mentiras que habían definido su existencia. Isadora había preparado té y había llamado discretamente a su asistente para cancelar todas las citas de Sebastián del día siguiente, sabiendo instintivamente que este proceso de sanación no podía ser interrumpido. “Quiero mostrarte algo”, dijo milagros de repente, sacando de su bolso desgastado una pequeña caja de metal que había visto mejores días.

Con manos temblorosas, la abrió para revelar un tesoro de recuerdos, fotografías descoloridas, una carta escrita con la letra infantil de Sebastián, un pequeño dibujo que él había hecho para el día de las madres cuando tenía 7 años. “¿Guardaste todo esto durante 27 años?”, preguntó Sebastián, su voz quebrada por la emoción mientras tomaba el dibujo. Era una imagen simple de dos figuras tomadas de la mano bajo un sol amarillo con las palabras para la mejor mamá del mundo, escritas en crayón rojo.

Era lo único que me quedaba de ti, respondió milagros, secándose las lágrimas. En los peores momentos, cuando sentía que no podía seguir adelante, abría esta caja y recordaba que en algún lugar del mundo tenía un hijo que había sido mi razón de vivir. Isadora observaba la escena con el corazón partido, pero también con una preocupación creciente. Había notado que Sebastián alternaba entre momentos de ternura absoluta con su madre y periodos de silencio tenso donde podía ver la ira ardiendo en sus ojos.

Conocía lo suficiente a su novio para saber que estaba planeando algo y temía que esa confrontación con su padre no fuera tan simple como él parecía creer. Sebastián, dijo suavemente, sé lo que estás pensando y creo que deberíamos hablarlo antes de que hagas algo irreversible. Irreversible. Sebastián se levantó bruscamente, comenzando a caminar por la habitación como un animal enjaulado. ¿Sabes qué fue irreversible? Los 27 años que perdí con mi madre, las Navidades que pasé sintiendo un vacío inexplicable, las veces que necesité el consejo de una madre y no tuve a nadie a quien recurrir.

Eso fue irreversible. Su voz se había elevado hasta convertirse casi en un grito y Milagros se encogió ligeramente en el sofá. Inmediatamente, Sebastián se dio cuenta de su error y se acercó a ella tomando sus manos entre las suyas. Perdón, mamá, no quise asustarte. Es solo que necesito que él sepa lo que hizo. Necesito que enfrente las consecuencias de sus acciones. Milagros miró a su hijo con una mezcla de amor y terror. Sebastián, mi amor, entiendo tu ira.

Créeme, yo también he sentido esa rabia durante años. Pero tu padre no es solo un hombre cruel. Es un hombre cruel con recursos ilimitados y contactos en lugares que ni siquiera podemos imaginar. ¿Qué quieres decir?, preguntó Isadora acercándose a ellos. Milagros vaciló, como si estuviera debatiendo internamente cuánto más dolor podía infligir en un solo día. Finalmente, con un suspiro profundo, continuó: “Tu padre no construyó su imperio empresarial, solo con trabajo duro y decisiones inteligentes. Durante los años que estuvimos casados, escuché conversaciones telefónicas que no debería haber escuchado.

Vi documentos que no debería haber visto.” El aire en la habitación se volvió denso con la tensión. Sebastián se sentó lentamente, presintiendo que estaba a punto de descubrir otra capa de verdades desagradables. “¿Qué tipo de documentos?”, preguntó con voz ronca. Contratos con funcionarios gubernamentales, pagos a jueces, amenazas a competidores que se volvían demasiado exitosos. Milagros cerró los ojos, como si el simple acto de recordar le causara dolor físico. “Tu padre tiene un archivo completo de información comprometedora sobre docenas de personas poderosas en esta ciudad.

y ellos tienen información sobre él. Es una red de mutua destrucción asegurada. Isadora sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral. ¿Estás diciendo que es parte de algún tipo de conspiración? Estoy diciendo que es parte de un sistema donde la justicia se compra y se vende como cualquier otra mercancía”, respondió Milagros. Y cuando yo descubrí demasiado, me convertí en un riesgo de seguridad. Sebastián se puso de pie nuevamente, pero esta vez su movimiento era más controlado, más calculado.

Entonces, no solo me separó de ti por control personal, también lo hizo porque sabías demasiado sobre sus actividades ilegales. Exactamente. Y por eso estoy tan asustada ahora, admitió Milagros. Si él descubre que estoy viva, que estoy hablando contigo, no solo tratará de separarnos nuevamente, tratará de hacerme callar para siempre. El silencio que siguió fue perturbador. Isadora se acercó a Sebastián y tomó su brazo, sintiendo la tensión en sus músculos como cables de acero. “Pero hay algo que él no sabe”, dijo Sebastián lentamente, una sonrisa peligrosa apareciendo en sus labios.

“Algo que podría cambiar completamente el equilibrio de poder. ” “¿Qué?”, preguntaron ambas mujeres al unísono. “En los últimos 5 años, mi empresa ha crecido hasta rivalizar con la suya. Tengo mis propios contactos, mi propia influencia, mis propios recursos. Ya no soy el niño indefenso que él podía manipular a voluntad. Milagros negó con la cabeza vigorosamente. Sebastián, no entiendes. No se trata solo de dinero o influencia. Tu padre tiene aliados que no juegan según las reglas normales de los negocios.

Entonces, tal vez es hora de que yo también deje de jugar según las reglas normales”, respondió Sebastián, su voz adquiriendo un tono que Isadora nunca había escuchado antes. En ese momento, el teléfono de Sebastián comenzó a sonar. Miró la pantalla y su rostro se puso pálido instantáneamente. “¿Quién es?”, preguntó Isadora. “Mi padre”, murmuró Sebastián. La ironía del momento no pasando desapercibida para ninguno de los presentes. No contestes suplicó milagros, el pánico evidente en su voz. Pero Sebastián ya había tomado su decisión.

Deslizó el dedo sobre la pantalla y puso el teléfono en altavoz. Hola, papá. Sebastián, hijo. La voz de Rodrigo Montemayor llenó la habitación y Milagros se encogió visiblemente al escucharla después de tantos años. Tengo noticias interesantes para ti. Parece que una mujer muy confundida ha estado por el centro de la ciudad diciéndole a la gente que es Elena Montemayor. El corazón de Sebastián se detuvo. Su padre ya sabía. De

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