Su madrastra la obligó a comprometerse con un hombre sin hogar, pero el destino tenía otros planes.
Ethan se puso rígido al ver a las dos mujeres acercarse. Reconoció la ropa cara. Solían pasar más rápido junto a él, fingiendo que no estaba allí.
Pero éste se arrodilló.
“Eres Ethan, ¿verdad?” preguntó la mujer mayor suavemente.
“Sí.”
—Mi asistente me dijo que has estado buscando trabajo —dijo Clarissa con una sonrisa de oreja a oreja—. Tengo una oferta. Una semana. Finge un compromiso con mi hijastra. Te pagaré.
Parpadeó.
—No soy un artista —murmuró Ethan.
Diez mil dólares. Hoy. Solo unas fotos. Lo cancelamos cuando los medios se lo traguen, dijo.
¿Diez mil?
Su corazón se aceleró.

Grace estaba detrás de ella, con los brazos cruzados, claramente humillada.
“¿Está de acuerdo?” preguntó, mirando fijamente a Grace.