Todas las noches, mi hijastra pasaba más de una hora en la ducha. Una noche, oí que llamaban a la puerta y llamé inmediatamente a la policía…

¡Qué rápido! ¿Ya no hay nadie escondido ahí?

Daniela se sonrojó y rió.

Su risa resonó suavemente por toda la casa. A veces los secretos no nacen de la traición… sino de la lealtad, la familia y el sacrificio silencioso.

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